
España dispone de gas para 40 años pero está prohibida su extracción
Artículo ABC 21 marzo 2021. Almundena Martínez-Fornés
Tras la invasión rusa de Ucrania, algunos países como el Reino Unido se replantean el uso del fracking para reducir su dependencia energética del exterior. España también podría explotar sus propios recursos, pero el Gobierno lo ha vetado por ley
En el subsuelo español está enterrado un tesoro de
unos 1.300 bcm –1,3 billones de metros cúbicos– de gas, lo que equivale a cerca
de 40 años de consumo al ritmo actual, según un estudio del Consejo Superior de
Colegios de Ingenieros de Minas. Su explotación reduciría enormemente la
dependencia energética de España, garantizaría el suministro en
tiempos turbulentos como los actuales, crearía miles de puestos
de trabajo y probablemente abarataría la factura.
La mayor parte de esos yacimientos de gas no
convencional se encuentran repartidos por el norte, en la franja que arranca en
Asturias y llega hasta los Pirineos, incluyendo Burgos; en la zona del Levante,
la cordillera Bética y el último tramo del Guadalquivir.
Sin embargo, ese gas no
se puede extraer porque el Gobierno del PSOE y de Unidas Podemos prohibió
por ley hace un año la explotación de
hidrocarburos en todo el territorio español. La ley del
Cambio Climático –que fue aprobada con la abstención del PP y Más País y el
voto en contra de Vox– también prohibió el fracking (o fractura hidráulica), la
técnica que tendría que emplearse para extraer ese gas no convencional,
denominado así porque, en lugar de encontrarse en grandes bolsas, está
almacenado en los poros de las rocas, de manera que para extraerlo hay que
perforarlas.
«Razones políticas»
Aquella prohibición, que venía
precedida de otras legislaciones similares autonómicas, obedeció a «razones
puramente políticas», afirma el decano del Consejo Superior de Colegios de
Ingenieros de Minas, Ángel Cámara, y ni siquiera hubo lugar a «un debate
científico o académico» en el que se analizaran las ventajas y los
inconvenientes de una decisión tan relevante. «Lo que sí hubo fue
desinformación y pesaron mucho las voces en contra», sostiene. El caso es que
las numerosas empresas extranjeras y españolas que hace ocho o diez
años estaban dispuestas a explotar el gas no convencional –había más
de cien permisos solicitados y alguna compañía ya había hecho importantes
inversiones– acabaron abandonando los proyectos.
Apesar de disponer de gas, España
tiene que seguir importando más del 99% de los hidrocarburos que necesita.
El año pasado la factura fue de 46.000 millones de euros, de los que más de
9.000 millones correspondieron a gas, según los datos del informe de Comercio
Exterior del mes de diciembre de 2021.
Y es que, aunque los españoles están
haciendo un gran esfuerzo inversor en energías renovables, no siempre hay
suficiente sol, agua y viento para disponer de la energía que se necesita en
cada momento. «Y tampoco existen, por ahora, sistemas de acumulación de estas
energías que permitan garantizar el suministro. Por ello, a pesar de que España
tiene potencia instalada para producir más del doble de la energía que
consume, hay que complementar las renovables con otras energías de respaldo,
como la energía nuclear y el gas», relata Cámara.
Aunque ambas han sido incluidas como
energías verdes en la nueva taxonomía de la Unión Europea –lo que podría
favorecer las inversiones–, el Gobierno de Sánchez ha puesto fecha de caducidad
a la nuclear, que desaparecerá en 2035 si no se corrige antes esta
decisión, y ha prohibido todas las iniciativas dirigidas a explotar el gas
español.
En consecuencia, España sigue
dependiendo del gas exterior, cuyo precio se ha disparado en el mercado
internacional. De hecho, ha pasado de costar 17,36 euros el megavatio hora en
marzo del año pasado a superar los 200 euros este mes.
El encarecimiento del gas y, sobre
todo, los problemas de suministro derivados de la invasión rusa de
Ucrania han llevado a varios países de nuestro entorno, como el
Reino Unido, a corregir su postura anterior y a replantearse el uso del fracking,
explica el decano del Consejo Superior de Ingenieros de Minas. Sin
embargo, esa rectificación sería extremadamente difícil en España, ya
que «lo primero que habría que hacer es modificar la ley del Cambio Climático y
las leyes autonómicas que lo prohíben». «Todos aceptamos que hay que
descarbonizar la sociedad lo antes posible, pero la situación actual exige
medidas drásticas y urgentes», añade.
Y ahora Argelia
En el caso de España, a las
dificultades de suministro provocadas por la guerra de Ucrania hay que añadir
la incertidumbre derivada del conflicto con
Argelia –nuestro segundo proveedor de gas–, como consecuencia
del inesperado cambio de criterio expresado a Marruecos por el presidente del
Gobierno, Pedro Sánchez, respecto al futuro del Sahara.
Además de los ingenieros de Minas,
también los geólogos lamentan que «España no haya sabido aprovechar el
potencial energético de sus materias primas y recursos minerales
autóctonos para reducir la alta dependencia energética del exterior», que se ha
hecho más evidente en la pandemia o la actual guerra de Ucrania, según un
comunicado del Colegio Oficial de Geólogos.
«España es un país con una
gran dependencia energética, casi todo el petróleo y gas viene del
exterior, por lo que es necesario investigar los recursos naturales de nuestro
país», declara el colegio profesional.
Los geólogos recuerdan que llevan
más de una década advirtiendo a los poderes públicos de «las consecuencias de
no avanzar en el aprovechamiento de los recursos propios». Y respecto
al fracking, insisten en que esta técnica representaba «una oportunidad para
reducir la dependencia y que no había que descartarla como finalmente se ha hecho
en España».
Lo cierto es que, tras descartarla,
ahora son muchos los países que en estos momentos de inseguridad energética
miran con envidia el ejemplo de Estados Unidos, que en muy poco tiempo ha
pasado de tener que importar gas a ser autosuficiente primero y a convertirse
poco después en exportador, gracias a la técnica del fracking. De hecho, en los
dos primeros meses de 2022, Estados Unidos ha desbancado a Argelia y se
ha convertido en el primer proveedor de gas de España. El gas procedente
del país norteamericano ha supuesto el 32,9% del total importado, frente al
23,2% suministrado por Argelia. «Antes Argelia suministraba a España más del
50% del gas que necesitábamos –explica Cámara–, pero al cerrarse el gaseoducto
que pasa por Marruecos, el suministro de gas de Argelia ha bajado
considerablemente, mientras que aumenta el que nos envía EE.UU. en barcos
metaneros».
Valorar los riesgos reales
La experiencia de Estados Unidos con
el fracking no ha sido siempre un camino de rosas. Y es que extraer el gas no
convencional con esta técnica «solo es rentable cuando el precio del petróleo
–se utiliza como referencia– supera los 50 dólares por barril», explica el
experto. Por ello, en los momentos en los que el crudo bajó, como ocurrió en
los peores momentos de la pandemia, «las empresas optaron por paralizar las
perforaciones, y las retomaron en cuanto el precio se recuperó».
Para lo que también ha servido la
experiencia de Estados Unidos con el fracking ha sido para valorar los riesgos
reales de esta técnica, que se ha relacionado con la contaminación de acuíferos
subterráneos, el uso de productos químicos perjudicales, la sismicidad y la
radioactividad. «No se han confirmado los temores», afirma el decano de
los Ingenieros de Minas. «Los casos de derrames producidos por contaminación
han sido mínimos. Y en cuanto a sismicidad, sí se producen pequeños seísmos,
pero son imperceptibles. De hecho, una de las razones por las que el Reino
Unido se planteó dejar de utilizar esta técnica fue porque se produjo un seísmo
de 3,4 grados en la escala de Richter».
El Colegio de Geólogos también
respalda el fracking: «La producción de hidrocarburos no convencionales usando
la fracturación hidráulica es un proceso industrial maduro,
absolutamente viable, tanto técnica como económica y
medioambientalmente, siempre que se respeten los principios de cautela y acción
preventiva», señala.
Régimen demanial
Las cantidades de gas que se
encuentran en España son mucho más modestas que las de Estados Unidos, pero aún
así el fracking permitiría a nuestro país alcanzar el autoabastecimiento de
gas, según los informes de los expertos. Sin embargo, «la legislación nos
encorseta», insiste Cámara. En el caso de que no existieran prohibiciones
legales, «conseguir todos los permisos necesarios para poner un
yacimiento en explotación podría implicar entre diez y quince años, porque
España es muy garantista y las explotaciones se realizan mediante concesiones
dentro de un régimen demanial. Es decir, el subsuelo es propiedad del Estado,
aunque el terreno tenga propietario».
Y superar todos esos obstáculos solo
permitiría explotar el yacimiento unos pocos años porque España se ha
comprometido a la descarbonización en 2050. Por lo tanto, aunque no existieran
impedimentos legales y «una empresa se propusiera ahora explotar un yacimiento
de gas, podría empezar a hacerlo a mediados de 2030, pero tendría que
abandonarlo en 2050. Y eso, como negocio, es totalmente inviable», sostiene
Cámara, quien añade que «habría que buscar una fórmula que agilizase el sistema
para hacerlo rentable o aplicar una moratoria».
El hub de Europa
Sin embargo, una de las ventajas que
presenta España es su gran capacidad de regasificar el gas líquido que llega en
barcos. «Tenemos seis gasificadoras, mientras que Italia tiene tres, Francia
dos y Portugal una. Por ello, retomar la vieja idea de que España fuera un hub
de abastecimiento de gas para Europa sería importante en este momento. España
podría ser el regulador de la entrada de gas en Europa», defiende Cámara. Y
esta opción sí parece contar con el visto bueno del Gobierno. De hecho, el
secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Gonzalo García Andrés,
afirmó el pasado viernes en una jornada en la que intervino que España cuenta
con una infraestructura gasística «muy potente» para convertirse en hub de
Europa, tras la invasión rusa de Ucrania.